¿Tienes una presentación?

Coaching imagina tu vida

publicado 09/03/2024
¿Nervios, ansiedad, sudores? Son manifestaciones comunes cuando se piensa en hablar en público. Pero si además tu trabajo o estudios requieren de tus exposiciones con frecuencia ante otros puede que tengas ganas de que te trague la tierra y tirar la toalla. Hoy te presento tres propuestas que te ayudarán a ser más dueño/a de la situación.
 
 1°. Haz de los nervios tus aliados.
 
Si te pones ansioso, eso quiere decir que para ti el tema es importante, y cuando creemos que algo tiene relevancia nuestras emociones se implican y podemos ser más auténticos. Además, esa autenticidad es percibida por el auditorio como prueba de confianza en el tema que se le propone y eso a su vez se retroalimentará y nos será devuelto en forma de atención. Ahora bien, un exceso de inquietud puede interpretarse por justo lo contrario, que existe algo que no nos creemos o bien tratamos de ocultarlo. Así que, conviértelos en tus camaradas, no en tus amos, y te serán un aporte extra.
 
 
2°. Convéncete del valor de tu propuesta.
 
Lo anterior nos lleva a una pregunta fundamental: ¿Realmente creo yo en esta idea? Para creer, el primer paso es conocer, después reflexionar sobre lo aprendido, y finalmente comprenderlo y anexionarlo a nuestros saberes. Por lo tanto, cuestiónate: ¿Para qué sirve esto que expongo? ¿Por qué debería saberlo mi auditorio? ¿Qué pluses aporta? ¿Información, herramientas, interrogantes, etc.…? ¿Cómo me afecta a mí? ¿Cómo pienso que influirá en los otros? El valor que tú le concedas no será necesariamente el valor real, pero será tu autenticidad en creerlo.
 
 
3°. Practica.
 
» La práctica hace al maestro». – reza un refrán popular español. Al igual que a un culturista le preceden horas y horas de entrenamiento, dieta y actitud mental junto a un estilo de vida, al buen orador le precede mucho tiempo de ensayos. Coge estas tres ideas:
 
   a) Enriquece tu vocabulario. Para ello lee, anota palabras nuevas y úsalas en tu día a día.
 
   b) Graba tu voz y escúchate a ti mismo. Te familiarizarás con tu manera de hablar y podrás hacer ajustes. Si tienes a alguien de confianza pídele su opinión.
 
   c) Ensaya ante un espejo. Observa tus gesticulaciones y posturas. Mejóralas.
 
 
 Y un consejo final: disfruta el momento y recuerda que estamos en constante aprendizaje.
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